“Fue mi psiquiatra, en el cual confío plenamente, el que me  derivó a la Unidad de Alcoholismo porque necesitaba un tratamiento intensivo. De las tres opciones que me ofrecían, tratamiento ambulatorio, centro de día o clínica residencial, elegí esta última para desconectar del ambiente y concentrarme en el tratamiento. Luego seguí en la Unidad de Alcoholismo ambulatoria en la que estoy encantada. De vez en cuando vuelvo con mi psiquiatra y cuando me den el alta seguiré con él como de costumbre”.